(Escrita en 1967)
Yo, Roque, nací de muy pequeño, así que no me culpen a mí. Este hecho (el más importante de mi vida) acaeció hace más de 1/4 de siglo y menos de 1/3.
Aproveché de esta circunstancia para conocer a algunos antepasados. A pesar de que el horóscopo dijo que iba a ser un niño muy bueno, todos comenzaron a notar que tenía una prodigiosa tendencia a no hacer nada con mano derecha; razón por la que decidí ser zurdo y siniestro.
Gracias a estas cualidades, nunca tuve que recitar "El zagal y las ovejas" en las ceremonias escolares. Un día, al voltear una esquina, fui atrapado por la adolescencia y me vi mezclado en una serie de amores suicidas, poemas, ojos como estrellas, tumbas frías, etc.
Luego descubrí que una mujer me gustaba mucho, pero antes de poder decirle algo, se casó con Carlo Ponti.
Pude escribir los versos más tristes esa noche...
Me hice entonces filósofo abstracto y con un poco de práctica adquirí la soña angustia vital, que ioniza la problemática cósmica del yo inconcreto y telúrico. Culturizado de sta manera, pude sufrir a gusto de la desperación existencial, repantigado entre el polvo sin memoria y los fulgores mineralógicos del ser o no ser.
De todas las experiencias acumuladas hasta aquí, he sacado finalmente esta moraleja:
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