miércoles, 26 de noviembre de 2008

Una entrevista a ROQUE



Aquí reproducimos partes de dos entrevistas mantenidas con Roque, en 1988 y en 2007 en que trata el tema de la caricatura y su relación con la política y el poder.

- BONIL: Yo recuerdo que en 1975, cuando yo era niño, mi padre comentaba de una caricatura que habías hecho en que se veía el escudo del Ecuador visto por atrás. Allí se apreciaba un grupo de generales jugando naipes, bebiendo y fumando; en definitiva, en plena farra…

- ROQUE: Eso fue por burlarme no del símbolo ni del país sino de la institución militar.

- B: Exacto. Por eso quería preguntarte ¿por qué nunca se publicó?

- R: No podemos acusar a alguien de lo que no es. Si el presidente es borracho hay que dibujarle borracho. Pero la caricatura es un comentario perverso, duro satírico, crítico a una noticia. Entonces si uno hace un comentario que vaya más allá de la noticia, entonces vas a tener problemas.

- B: ¿La caricatura de ese modo juega un papel segundón de la noticia? ¿Algo así como un comentario post mortem? Personalmente, creo que en el caso de ese dibujo lo importante es que sea verosímil y poco debe interesar que sea verídico, hablando en términos noticiosos.

- R: Lo que pasa es que el escudo y otros símbolos patrios son sagrados y si uno hace una cosa como esa, simplemente a uno le pueden acusar de crimen de lesa patria… recuerda que en esa época del fin de la dictadura, a Abdón Calderón, por decir que los militares debían irse a su casa le hicieron matar.

- B: Por lo visto hay valores intocables. ¿Qué otros valores te parecen “intocables”?

- R: Si vivimos en un país cuyos valores son el bienestar común, la democracia, la constitución y nosotros nos acogemos a esos principios, debemos entonces defender eso. Ahí sí tendremos una causa suficientemente sólida para atacar a quien atente contra aquella: los gobiernos dictatoriales, los políticos inmorales, etc., etc.

- B: Precisamente por eso entonces ¿por qué no se publicó la caricatura?

- R: Porque dada a luz habría resultado una bomba y a lo mejor hasta daba pie a ser utilizada políticamente. Habría conmocionado mucho en aquel momento y eso era algo que no lo podía hacer, por elemental prudencia.

- B:¿No significa eso renunciar, de alguna manera, a la fuerza de la caricatura, a la fuerza comunicacional del humor? Me refiero a renunciar a los riesgos propios del humor.

- R: Todo tiene sus gradaciones. Hay que ir graduando, pero no graduando por temor sino porque hay cosas que merecen toda la carga potencial de uno y otras no. hay caricaturas que necesitan ser tratadas drásticamente, dura y críticamente, y otras que necesitan ser tratadas humorísticamente porque el tema se presta. La gama es tan variada que no hay una norma.

- B: Tú has dicho que lo primero que buscas es el lado humorístico. Pero si el gobierno del que te ríes, en términos generales, es un buen gobierno ¿no sientes que talvez con la crítica humorística puedes afectarlo, mermarlo, deslustrarlo?

- R: Mira, a mí me gusta Correa, pero a veces se le va la mano. Entonces ¿qué hay que hacer? ¡Una caricatura! Es verdad que me puede doler, pero la caricatura no es para alabar, no es para ser dulce, no es para ser tierno ni para hacer actos de amistad. La caricatura es para hacer crítica, crítica humorística.


- B: El ex presidente León Febres Cordero sí se molestaba con tus caricaturas. Siempre recuerdo esa anécdota que contabas del encuentro con él en una reunión social que me pareció fantástica.

- R: Sí pues. Yo recuerdo que había tanta gente en el cóctel aquella noche, sin embargo en un determinado momento sentí que los grupos se iban aproximando. De repente sin saber cómo, me encontré frente a Febres Cordero, entonces alguien del grupo dijo: “presidente, le presento a Roque Maldonado, el caricaturista de El Comercio”. Él me regreso a ver y me dijo: “Ahhh, con que es usted! Oiga Roque ¡por qué usted siempre me hace caricaturas en contra! (figura 26)¡Todas son en contra! Yo quisiera que alguna vez me haga una caricatura a favor. Tan solo una. ¡Solo le pido una!”. Ante el ruego yo le respondí: “Encantado, presidente, pero déme un tema…”

- B:¡No puedo creer! ¡Qué genial! Ya imagino las caras de todos. De lo que más disfruto es de un enfrentamiento directo y personal con alguien que detenta poder.

- R: Ciertamente, pero esa fue la última vez que tuvimos un acercamiento cordial. Porque en alguna otra ocasión, en un almuerzo ya le noté que me ignoraba y que me daba la espalda (figura 27).

- B: ¿Te dio la espalda? ¡Qué confiado! ¡Darle la espalda a un caricaturista…! Sin embargo ¿en ocasiones has tenido que cubrirte las espaldas?

- R: No he vivido situaciones de riesgo, aunque recuerdo que una ocasión, estaba yo en El Comercio haciendo mi dibujo, cuando repentinamente alcé a ver y me encontré que estaba parado frente a mi escritorio quien en ese entonces era el binomio presidencial de Abdalá Bucaram. ¿Te acuerdas? Fue una candidatura medio sangrienta. Pues bien, sin ningún preámbulo, en tono molesto y fastidiado me increpó: “¡Quiero que me explique porqué hace usted esta caricatura en mi contra! ¡Dígame, qué tiene usted en mi contra!”. Por supuesto que yo me quedé frío y si bien no vino en plan de golpearme, sí me hizo dar cuenta de lo expuesto que uno puede estar.

- B: Y, por el contrario, ¿algún político te ha pedido que le regales el dibujo?

- R: Por lo general, en mi caso yo no hago hincapié en el parecido sino en el contenido y el texto. Quizá por eso no me piden…

- B: Los que sí te pedían con insistencia los dibujos eran los del equipo de La Bunga ¿no?

- R: Esa fue una experiencia interesante porque cuando salió la revista fue muy novedosa, muy llamativa. En “La Bunga” yo quería hacer un periodismo humorístico-político y no político-humorístico como lo querían otros miembros, apoyando “causas secretas”, a grupos políticos. Por ejemplo, llegó un momento en que no se le cobró la publicidad a un candidato de la simpatía de un grupo de la revista, y cuando yo pregunté el porqué de aquello me respondieron: “es que hay que apoyar a la causa…”

- B: Si no hay que apoyar una “causa” ¿el humor para qué?

- R: Para nosotros. Para reírnos (figura 28).

- B:¿En el humor hay alguna intencionalidad deliberada? ¿con el humor se desmitifica o destruye una imagen? En tu caso ¿cómo ves eso?

- R: Todo tiene muchos conceptos y muchas tesis. No digamos el humor. Al humorismo se le considera como el medio para olvidarse de los problemas o como el medio de exaltar esos problemas de una manera noble. Todo depende de la ubicación y de dónde esté metido uno.

- B: En definitiva, tú piensas que cuando uno se inclina más por la política el resultado de la expresión humorística pierde un poco…

- R: Sí. porque la política es una cosa que apasiona mucho y puede dar muy buenos frutos… pero en el campo serio. El humor es realmente universal. ¡sí que lo es! Y en sus más tradicionales definiciones ha sido considerado como algo que nos hace sonreír (figura 29). Ahora, no sé si el humor haya ido variando hasta ser lo contrario, es decir hacernos llorar o maldecir. Pero en todo caso, la primera idea del humorismo es que nos haga sonreír. Yo no soy político, y por eso he podido hacer una caricatura política sin que me digan “Ah, éste es de tal partido y por eso hace esto”.

- B:¿No es eso ubicarse más allá del bien y del mal?

- R:¡Por supuesto! Pero así hay que ubicarse para poder juzgar. Un juez tiene que estar más allá del bien y del mal para no prevaricar. Y en la caricatura a lo sumo lo que se puede hacer es generar opinión. Yo no he podido hasta ahora lograr que cambien una ley. Seguramente, la caricatura cause impacto y la gente haga conciencia de algo que no estaba muy claro.

- B: Quizá sea suficiente generar cómplices…

- R: Yo he llegado hasta a dudar del papel noble de la caricatura en el campo de la política. He hecho caricaturas mandándole al diablo a algún presidente porque ha hecho algo terrible, algo intolerable y abusivo, sin embargo no he logrado que la gente en este país se contagie y diga “¡Ah púchicas! ¡Vamos a tumbarle a ese desgraciado que se burla de la voluntad del pueblo que lo eligió!”. ¡Ese sería el tiro del caricaturista! Pero no. El público mira la caricatura y dice “¡Ahhh… por fin el Roque le “golpeó”a este abusivo… ya estamos contentos!”

- B: En ocasiones se ha sobredimensionado el papel del humor. El humor por sí mismo no cambia nada en política. Los cambios corresponden a otras instancias como la organización social y política de la gente. En mi caso, yo me daría por satisfecho si con una caricatura refuerzo comportamientos, actitudes o sentimientos; o si socializo un pensamiento compartido latentemente entre el caricaturista y el público.

- R:¡Claro! Como ves, no hay normas, no es una ciencia. Es un arte, es libre. Lo peor que yo podría hacer es dogmatizar sobre la caricatura (figura 30).

- B:¿Por qué?

- R: Porque entonces tendría que yo mismo hacerme una caricatura.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sólo con humor se puede "ver" la política ya que esta es un chiste.

Bien por Roque ,Boni y otros como vosotros que nos hacen comprender los gestos politiqueros.

Anónimo dijo...

buen dia.

no se cómo conseguir la caricatura que hizo el señor Maldonado, yo era jovencita y recuerdo el palacio de Carondelet todo perforado, luego del fallido golpe de estado de septiembre de 1975 con el General González Alvear. No se si puedo mirarla. muchas gracias.
felicitaciones a Roque y Bonil.